Ha sido un tema interesante de tratar en especial en el transcurso de éstos últimos días, lo que "siempre han dicho de mi", ahora que me esfuerzo un poco más, creo que esta situación es casi una constante desde mis días de campo, trataré de focalizarme en un concepto más acotado.
El tema es lo que siempre dicen de ti, por ejemplo, a muchos (entre los cuales me incluyo) nos ha pasado que tenemos una bella amistad con alguien, y de repente alguien lanza a correr un rumor que no es sólo amistad, y muchos creen que es verdad y se transforma en un "vox populi" del cual no puedes escaparte... o tal vez sí?.
Curiosidad Histórica: "La Mujer del César"
Después de la muerte de Cornelia Cinna, César se había casado con Pompeya Sila (hija de Cornelia Sila y Quinto Pompeyo Rufo), nieta de Sila. Como esposa del Pontifex Maximus y una de las mujeres más importantes de Roma, Pompeya era responsable de la organización de los ritos de la Bona Dea en diciembre, una liturgia exclusivamente femenina, donde los hombres no podían participar. Pero durante las celebraciones del año 62 a. C.Publio Clodio Pulcro (un joven líder demagogo, conceptuado peligroso) consiguió entrar en la casa disfrazado de mujer, al parecer, movido por el lascivo propósito de yacer con Pompeya. En respuesta a este sacrilegio, del cual ella probablemente no era culpable, Pompeya recibió una orden de divorcio. César admitió en público que él no la consideraba responsable, pero justificó su acción con la célebre máxima:
La mujer de César no sólo debe ser honrada,
además debe parecerlo.
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La variable incalculable: Los rumores del resto.
Recuerdo claramente cuando cursaba Enseñanza Media, mi mayor círculo de amistades estaba compuesto de chicas, muchas de ellas se acercaban a saludarme y en varias oportunidades conversábamos amenamente entre las clases o en los recreos, como era de pronta comprensión de las materias, a veces formábamos grupos de estudio y, en algunas otras oportunidades yo asistía a sus casas a hacer un repaso de las materias y ejercicios varios para las pruebas. Como resultado esperado, mis amigas eran más amigas mías. Como producto no deseado, se levantó en el grupo curso un comentario de que a mi me gustaba a lo menos una de mis amigas, y que cuando los ojos no miraban o las puertas se cerraban, la amistad era mucho más que eso. Recuerdo que incluso una vez me preguntaron si no era mejor que yo "cobrase" mis clases personales en favores de pareja. Sufrí bastante persecución por parte de muchos de mis compañeros que no obtenían ninguno de sus posibles propósitos posibles (que a mi entender era que yo me pusiera de pareja con alguna de mis compañeras o que alguna de ellas los considerara más). Lo único que sí lograron fue incrementar su morbo hasta quien sabe que nivel.Cerca del final de esa era, también comenzó en mi vida "hogareña" un fenómeno similar, mi madre en su afán de ayudar a algunas chicas del campo que venían a la Capital a buscar una alternativa mejor de vida, le ofreció refugio por los fines de semana a dos amigas que trabajaban como asesoras puertas adentro, por si no tenían nada que hacer el fin de semana y quería distraerse, podían llegar a casa sin problemas. Mi madre con sus mostruosos turnos rotativos en ese momento, estaba muy poco en casa, y muchas veces yo quedaba solo con ella/s y, como manteníamos (mantenemos) una buena amistad, se escuchaba música y risotadas desde fuera de la casa. Nunca quise tener amigos cerca de esa casa, sin embargo, cada vez que compraba algo en el Almacén de la esquina, me preguntaban si estaba con familiares o con "alguien más". Nuevamente el morbo presente.
La maldición del morbo me sigue hasta hoy en día, me ha pasado con varias personas con las cuales "la multitud" piensa que sólo una buena amistad no alcanza a justificar la relación demostrada, piensan que una relación de pareja calza más en ese tipo de relaciones y comentan, sospechan, especulan y alimentan su morbo en torno a: ¿Porqué no declararlo?, ¿Porqué no soltar las riendas y tener una relación de pareja normal?, Especulan y especulan, su morbo se incremeta y uno como persona involucrada, lamentablemente, comienza a considerar el comentario de los otros en sus acciones.
Cuando simplemente uno deja de escucharse a si mismo.
La libertad de hacer lo que uno desea hacer.
Tomo como referencia un capítulo del libro Ilusiones, de Richard Bach, para poder ejemplificar este punto:
Tu conciencia
es la medida de la honradez
de tu egoísmo.
Escúchala atentamente.
- Somos todos libres de hacer lo que queramos - dijo aquella noche -. ¿No te parece esto absolutamente simple y limpio y diáfano ? ¿ No es una manera estupenda de gobernar un universo ?
- Casi. Has olvidado un detalle muy importante - respondí.
- ¿De veras ?
- Somos todos libres de hacer lo que queramos, siempre que no perjudiquemos a los demás - argumenté -. Sé que eso es lo que te proponías decir, pero deberías decir lo que te propones.
En medio de la oscuridad se produjo un ruido y miré rápidamente a Don.
- ¿Has oído ?
- Sí. Parece que hay alguien… - se puso en pie y se dirigió hacia las sombras. De pronto rió y pronunció un nombre que no alcancé a entender
- Esta bien - le oí decir. - No, será un placer recibirle… No hay motivos para que se quede lejos… venga, es bienvenido, se lo aseguro…
La voz que respondió tenía un marcado acento, no precisamente ruso, ni checo, sino más semejante al transilvano.
- Gracias. No quiero interrumpir su velada.
El hombre que Don llevó consigo a la luz de la fogata era… bueno,desentonaba con la noche del Medio Oeste. Un tipejo enjuto y demacrado, con facciones de lobo, de aspecto inquietante, que llevaba un traje de etiqueta y una capa negra ribeteada de raso rojo. La luz le molestaba.
- Pasaba por aquí - explicó -. Este campo es un tajo para llegar a mi casa.
- ¿Sí ? - Shimoda no le creía, sabía que mentía, y al mismo tiempo se esforzaba por no soltar la carcajada. Yo esperaba descubrir pronto la verdad.
- Póngase cómodo - dije -. ¿Podemos ayudarlo en algo ?
Realmente no me sentía muy generoso, pero el individuo estaba tan apocado que me habría gustado que se distendiera, si eso era posible.
Me miró con una sonrisa angustiosa que me dejó helado.
- Sí, pueden ayudarme. Se trata de algo que necesito desesperadamente, porque de lo contrario no lo pediría. ¿Puedo beber su sangre ? ¿Sólo un poco ? Es mi alimento, necesito sangre humana…
Quizá fue su acento. O no sabía hablas inglés correctamente o yo no había entendido sus palabras, pero me puse de pie con una rapidez que no desplegaba desde hacía muchos meses. Tanta fue mi prisa que llovieron briznas de paja sobre el fuego.
Retrocedió. Generalmente soy inofensivo, pero tengo una contextura robusta y probablemente le asusté. Volvió la cabeza en otra dirección.
- ¡Disculpe caballero ! ¡Lo siento ! ¡Por favor, olvide que hablé de sangre ! Pero usted comprenderá…
- ¿Qué dice ? - mi tono fue aún más feroz, porque estaba asutado -. ¿Qué diablos dice ? Ignoro quién es usted. ¿Acaso se trata de una especie de VAM… ?
Shimoda intervino antes de que pudiera completar la palabra.
- Richard, nuestro huésped estaba hablando y le has interrumpido. Siga, por favor. Mi amigo es un poco precipitado.
- Donald - dije -, este sujeto…
- ¡Silencio !
Su reacción me sorprendió tanto que me callé y mis ojos le trasmitieron una especie de pregunta aterrorizada al extraño individuo transportado desde sus tinieblas natales a la luz de nuestra fogata.
- Por favor., Compréndanme. Yo no elegí nacer vampiro. Es una desgracia. No tengo muchos amigos. Pero necesito beber todas las noches una pequeña dosis de sangre humana, porque de lo contrario me retuerzo presa de un dolor atroz, ¡ y si pasara más tiempo sin ella, no podría vivir! Por favor, sufriré mucho, moriré, si no me permiten succionar su sangre... sólo un poquito, no necesito más de medio litro.
Avanzó un paso hacia mí, relamiéndose, pensando que Shimoda tenía sobre mí algún ascendiente y me haría capitular.
- Un paso más y correrá sangre, desde luego. Si se atreve a tocarme, morirá…
No lo habría matado, pero quería atarle, por lo menos, antes de seguir hablando.
Pareció creerme, porque se detuvo y suspiró. Se volvió hacia Shimoda.
- ¿Ha demostrado ya lo que deseaba ?
- Creo que sí. Gracias.
El vampiro me miró y sonrió, muy tranquilo, disfrutando intensamente, como un actor en el escenario cuando termina la función.
- No beberé tu sangre, Richard - dijo en un inglés absolutamente cordial, desprovisto de acento. Se evaporó como si estuviera extinguiendo su propia luz… A los cinco segundos había desaparecido.
Shimoda volvió a sentarse junto al fuego.
- ¡ Cuánto me alegra que no hables en serio !
Todavía temblaba por el efecto de la adrenalina, listo para lidiar con el monstruo.
- Don, temo no estar en condiciones para soportar estos trances. Quizá sería mejor que me expliques lo que sucede. Por ejemplo… ¿qué ha sido eso ?
- Eso erra un fampirro de Trronsilvania - dijo -. O para ser más exacto, era una imagen mental de un fampirro de Trronsilvania. Si alguna vez quieres
demostrarle algo a alguien y crees que no te escucha, materializa una imagen mental para probar tu tesis. ¿Piensas que exageré, con la capa y los
colmillos y el acento ? ¿Te ha resultado demasiado espantoso ?
- La capa era de primera, Don. Pero nunca he visto nada más estereotipado, extravagante… no me asustó en absoluto.
Suspiró.
- Está bien. Pero por lo menos captaste el mensaje, y eso es lo que importa.
- ¿Qué mensaje ?
- Richard, cuando te portaste tan cruelmente con mi vampiro, hacías lo que deseabas hacer, aunque sabías que eso iba a dolerle a un tercero. El incluso
te advirtió que sufriría si…
- ¡ Se proponía chuparme la sangre !
- Que es lo que hacemos a los demás cuando decimos que sufriremos si no viven a nuestra manera.
Permanecí un largo rato callado, rumiando el problema. Siempre había pensado que somos libres de hacer lo que nos plazca con la única limitación de no lastimar a terceros, y esto no encajaba en mi teoría. Faltaba algo.
- Lo que te desconcierta - dijo - es un lugar común que resulta ser impracticable. La frase es lastimar a terceros. Nosotros mismos elegimos ser lastimados o no serlo, y eso es todo. Somos nosotros quienes decidimos. Nadie más. ¿Te ha dicho mi vampiro que sufriría si no le permitías chupar tu sangre ? La decisión de sufrir, la opción, es suya. Tú
tomas tu propia resolución, eliges : darle sangre ; no hacerle caso, amarrarle ; atravesarle el corazón con una estaca. Si el no quiere que le claven la estaca, es libre de resistir, valiéndose de los recursos que desee emplear. Y eso se repite hasta el infinito : opciones, opciones.
- Cuando lo enfocas desde ese ángulo…
- Atiende - dijo -, es importante. Somos todos. Libres. De hacer. Lo que.Nos. Place.
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Dándole una nueva lectura a ello, encuentro nuevamente un poco de sabiduría en sus palabras, lo primero es que uno es libre de elegir la medida en que los comentarios de los demás puedan afectarlo, lo segundo es que claramente los demás son libres de hacer exactamente lo que deseen y si quieren hablar, pensar, suponer o incrementar su morbo con algo pueden hacerlo de la manera que mejor les plazca.
En lo personal, no me ocuparé tanto del "que dirán", y seguiré eligiendo lo que me parezca mejor en cada oportunidad.
Imágenes vía:
http://www.penultimosdias.com/2007/08/14/rumores-de-estado/
http://laodiseadebronte.wordpress.com/2010/11/10/la-gente-dice/
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